sexta-feira, 27 de maio de 2011

Para una política del simbólico

Hoy me di cuenta de algo muy importante. Algo sencillo y obvio, pero revelador. Nosotros, dichos animales racionales, a los cuales prefiero llamar animales simbólicos[1], estamos más implicados en nuestra relación con el no-humano (y creado por nosotros mismos), que en nuestra relación con el cuerpo humano. Reconocemos más autoridad a las máquinas y al tiempo dictado por los relojes y calendarios, que a los nuestros ciclos internos, aunque estos estén físicamente más cercanos. Aunque estén dentro de nosotros. Aunque nuestra pulsación – tan ritmada y cíclica y por esto tan poética – pueda ser percibida a cada respiración. A cada acción y inacción. A cada suspiro. A cada deseo que brota de nuestro ser.

El interior sabe. El cuerpo siempre sabe.

Pero se todo esto es verdad ¿porque muchas veces nosotros no sabemos?

Nos quisieron hacer creer que tenemos un cuerpo y que él está separado de una supuesta alma, que está separada de la mente. Nos quisieron hacer creer que el corazón se opone a razón. Que la naturaleza se opone a cultura. Que el amor no coincide con el deseo.

Nos dijeron que hay un bien y un mal. Un cielo y un infierno. Un sagrado y un profano. Un camino cierto y otro errado. Una vida y una muerte y que las mismas no coinciden.

Colmaron nuestras cabezas de antinomias. Podaron nuestras ramas. Nos dijeron que deberíamos eligir: amor o trabajo, homo o hetero, publico o privado, blanco o pardo, luna o sol, azul o rojo.

Nos dijeron que el mundo es complejo. Y que la mediación universal masculina es necesaria. Que el hombre es malo por naturaleza. Que el hombre es bueno por naturaleza. ¡Que las mujeres están incluidas en la categoría hombres! O sea, que hay un pretenso neutro universal y lo mismo es masculino.

No nos hablaron de infinitas posibilidades. De acaso continuo. De unidad macrocósmica. De un cuerpo que es y, por esto, comprende. De do sexos singulares y dispares, pero no opuestos y nunca sobrepuestos. Nos ocultaron la historia de las mujeres. El miedo de los hombres. El tiempo de los ciclos. Nuestra conexión con todo que siente y vive.

Nos hicieron creer que hay que buscar un sentido para la vida – ¡como se vivir ya no fuera el sentido!!! Nos invitaron a sobrepasar la razón. A no escuchar la intuición. A adaptarse a la tecnología. A ignorar los límites del cuerpo. A pensar antes de sentir y, si hay duda, no reaccionar. Si hay duda, no sugerir. Si hay duda, callar.

Pero el mundo está cambiando. Vivimos un momento de grandes y profundos cambios. El patriarcado ha llegado a su fin y un nuevo orden surge. Un orden capaz de descalabrar la lógica binaria. De derrumbar el patriarcado. De enseñar que hay dos sujetos de conocimiento – hombre y mujer – y no uno que engloba el otro. Un orden donde se respecte las diferencias y la riqueza de cada ser.

Las señales que enseñan estos cambios son evidentes. Desde el colapso de las grandes economías mundiales, pasando por las tragedias y degradaciones ambientales, hasta la llegada de fuertes movimientos activistas, pacifistas, feministas.

Algo está pasando. Una nueva política está surgiendo. Una política del simbólico, pues, quizás, hacer simbólico, en cuanto crear y recrear sentido en la alteridad, es lo mejor que podemos aportar al mundo, buscando y creando mediaciones. Quizás sea este el único, simple y, a la vez, grande sentido de la vida.



[1] Como nos ha enseñado la gran Maestra Milagros-Rivera.

6 comentários:

Anônimo disse...

Me gusta el tejido de tus palabras las siento tuyas y a la vez escucho a María milagros; miro a cada una de las del máster en esto que escribes; miro a las mujeres y a algunos a hombres. Tu texto nos permite mirarnos el cuerpo y la mente. Gracias.
Ampi

Juliana Ben disse...

Gracias a tí, Amaparo. Tu estás en estas palabras también.
¡Vosotras mi inspirais demasiado!!!

Anônimo disse...

Precioso Juliana, fluyendo con palabras de Milajuliana gracias, un placer leerte

Anônimo disse...

Verdades con la forma pessoana de la dualidad, saliendo y entrando en ella, marcando el camino de lo esencialmente humano que es la sabiduría más allá de las formas, de la limitación de las palabras, del masculino y el femenino, de las creencias...está el cuerpo, cómo percibe, cómo siente, cómo presiente, más allá....ese lujazo de momento, juntas, que hemos vivido, y que se concreta en tus bellas palabras, obrigado

yueye disse...

La política de lo simbólico parecía algo incomprensible para mi, me sentía perdida ante la nueva realidad que significaba. Balbuceo, aún salgo de clase y ante lo cotidiano regreso a los lugares comunes y, entonces, hierve en mi la necesidad de predicar a los cuatro vientos el descubrimiento de la libertad femenina, pero me faltan las palabras, las pierdo en soledad. Gracias por hacer simbólico.
Rosa

Juliana Ben disse...

Antes de venir a Barcelona ya tenía una vaga idea de lo que era la política de lo simbólico, aunque no le pusiera estas palabras - pues como vosotras bien sabeis, aun nos faltan las palabras... Pero seguramente aprendí a hacer simbólico con todas vosotras de Duoda. Con la autoridad que circula en nuestras clases. Con el aporte de cada una en mí. Muchas gracias por compartir. Las llevaré en mis palabras, que son también mi corazón.